Estos párrafos que aquí pongo ,son parte de un libro que un amigo me recomendó leer. Antes de leerlo ya había caído en cuenta de muchas cosas, pero ahora las reafirmo y estoy mas segura de ello.
Agradezco a quien me lo recomendó por 2 cosas. Y bueno vaya, si que es un buen libro. Ahora soy yo quien les recomienda leerlo.
LA MAESTRÍA DEL AMOR de Miguel Ruiz.
La cazadora divina
En la mitología griega existe una historia sobre Artemisa, la cazadora divina. Artemisa era la cazadora suprema porque podía cazar sin tenerque esforzarse demasiado. Satisfacía sus necesidades con gran facilidad y vivía en perfecta armonía con el bosque. Era amada por todos los animales, y ser cazado por ella se consideraba un honor. Nunca daba laimpresión de estar cazando; todo lo que necesitaba se le acercaba y esoes lo que la convertía en la mejor cazadora, pero, a la vez, también, enla presa más difícil. Su forma animal era la de un ciervo mágico al queresultaba casi imposible cazar. Y así vivió Artemisa en perfecta armonía con el bosque, hasta que, undía, el rey le dio una orden a Hércules, el hijo de Zeus, que iba en buscade su propia trascendencia. Le ordenó que cazara al ciervo mágico deArtemisa. Hércules, invicto hijo de Zeus, no se negó, y se adentró en elbosque para cumplir su misión. El ciervo, cuando vio a Hércules, no seasustó, e incluso le permitió acercarse. Sin embargo, al ver que éste sedisponía a capturarlo, se alejó corriendo, poniendo claramente demanifiesto que a menos que sus dotes de cazador fuesen mejores quelas de Artemisa, jamás podría cazarlo.
Ante esta situación, Hércules recurrió a Hermes, el mensajero de losdioses por ser el más rápido, para que le prestase sus alas, lo que lepermitió ser más rápido que Hermes, y cazar la presa más valiosa. Ya tepuedes imaginar la reacción de Artemisa. Había sido cazada porHércules, y por supuesto, quiso vengarse. No obstante, aunque hizo todolo que pudo para capturar a Hércules, éste se había convertido en lapresa más difícil. Hércules gozaba de plena libertad y, aunque Artemisano cejó en su intento, no fue capaz de conseguir atraparlo.A todo esto, Artemisa no necesitaba a Hércules para nada. Sentía unaimperiosa necesidad de capturarlo, pero no se trataba de nada más quede una ilusión. Creía que estaba enamorada de él y lo quería para ellasola, de manera que lo único que tenía en la mente era conseguirlo, yesto llegó a convertirse en una obsesión que la llevó a perder lafelicidad. Empezó a cambiar. Dejó de estar en armonía con el bosque, yse puso a cazar sólo por el placer de conseguir una presa. Y así rompiósus propias reglas y se convirtió en una predadora. Ahora los animales letenían miedo y el bosque empezó a rechazarla; sin embargo, a ella no leimportó. No era capaz de ver la verdad; Hércules era lo único queocupaba su mente.Había muchos trabajos que requerían la atención de Hércules, peroaun así, en ocasiones iba al bosque a fin de visitar a Artemisa. Y cadavez que acudía, ella hacía todo lo que estaba en sus manos para cazarlo.Cuando estaba con Hércules, se sentía desbordada de felicidad por estara su lado, aunque sabía que él se marcharía, lo que la hacía sentirsecelosa y posesiva. Cada vez que Hércules se marchaba, ella sufría ylloraba.Lo odiaba y lo amaba al mismo tiempo. Hércules no tenía la menoridea de lo que estaba ocurriendo en la mente de Artemisa; no advirtióque pretendía cazarlo. En su mente, él no se consideró nunca una presa.Amaba y respetaba a Artemisa, pero no era eso lo que ella deseaba.Quería poseerlo; quería cazarlo y ser su predadora. Por supuesto, en el bosque todos advirtieron el cambio que había experimentado Artemisa,excepto ella. En su mente seguía considerándose la cazadora divina. Nohabía cobrado conciencia de que había fallado. No era consciente de queel bosque, que antes había sido el cielo, ahora se había convertido en un infierno, porque, tras su caída, el resto de los cazadores cayeron con ellay todos se convirtieron en predadores.Un día, Hermes adoptó una forma animal, y en el mismo instante enque ella se disponía a destrozarlo, se convirtió en un Dios, lo que lepermitió descubrir de nuevo la sabiduría que había perdido. Hermes leexplicó que había fallado, y con esta nueva conciencia, Artemisa seacercó a Hércules y solicitó su perdón. Lo que había provocado su caídano había sido nada más que su importancia personal. Al hablar conHércules comprendió que no había llegado a ofenderlo nunca porque éldesconocía lo que había estado sucediendo en su mente. Entonces,contempló el bosque y vio lo que le había hecho. Pidió disculpas a cada flor y a cada animal hasta que recobró el amor, y así se convirtió, denuevo, en la cazadora divina.
Te explico esta historia para que sepas que todos somos cazadores y todos somos presas. Todo lo que existe es, a la vez, cazador y presa.¿Por qué cazamos? Cazamos a fin de satisfacer nuestras necesidades.He hablado de las necesidades del cuerpo en oposición a las necesidades de la mente. Cuando esta cree que es el cuerpo, las necesidades no son más que ilusiones y por eso es imposible satisfacerlas. Cuando intentamos cazar esas necesidades irreales de la mente, nos convertimos en predadores: intentamos atrapar algo que no necesitamos.
Los seres humanos persiguen el amor. Sentimos que necesitamos ese amor porque creemos que no tenemos amor, y eso nos pasa porque no nos amamos a nosotros mismos. Vamos en busca del amor en otros seres humanos como nosotros y esperamos recibirlo de ellos cuando, de hecho, esos seres humanos se encuentran en la misma situación que nosotros. Tampoco se aman a sí mismos, de modo que, ¿cuánto amor podemos recibir de ellos? Por lo tanto, lo único que hacemos es crear una mayor necesidad que no es real; seguimos buscando afanosamente,pero en el lugar equivocado, porque los demás seres humanos no tienen el amor que nosotros necesitamos.
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